¿Embarazo y alcohol combinan? Lo que dice la ciencia | Selin App

¿Se puede mezclar el embarazo con el alcohol?

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Ilustración sobre los efectos del alcohol en el embarazo
Conoce los riesgos de tomar alcohol durante el embarazo y cómo proteger a tu bebé

El tema del alcohol durante el embarazo siempre ha sido un pleito entre científicos y la gente de a pie. Nadie en su sano juicio se pondría a tomar como loco sabiendo que está esperando un bebé, ¿verdad? Pero esa idea de “una copita de vino no hace daño” sigue dando vueltas y causando dudas. Hoy vamos a desmenuzar qué tan cierto es eso, basándonos en lo último que dice la ciencia.

### ¿Cómo afecta el alcohol al embarazo?
Los estudios no paran de salir, y desde hace más de diez años hay nuevas pistas. Lo que está clarísimo es que en los primeros tres meses de embarazo, cualquier cantidad de alcohol está prohibida. Sí, ni una gota. En Inglaterra hasta están pensando en hacer un registro de mujeres embarazadas que tomen, y el mundo parece estar de acuerdo. Quién sabe, igual pronto lo vemos en México.

Según los británicos, tomar en el primer trimestre sube mucho el riesgo de aborto espontáneo. Y no solo eso: también puede complicar embarazos futuros. Por eso, los doctores dicen que mejor ni te acerques a las chelas si estás planeando embarazarte.

### ¿Y qué dicen los que no están de acuerdo?
Claro, no todo el mundo aplaude estas reglas. Nadie niega que el alcohol puede causar el síndrome de alcoholismo fetal (un desmadre en el desarrollo del bebé por culpa de la bebida), pero a muchos les choca que se metan en su vida privada. Imagínate: pierdes el secreto médico solo por un traguito de vino que, a lo mejor, ni le hace nada al embarazo. Es un dilema, ¿no?

Y si lo piensas, esto lleva años siendo un sube y baja. Antes decían que no pasaba nada, luego que era el demonio, y así seguimos. Pasa igual con otras cosas en la medicina, como los aditivos o los antibióticos: un día son héroes, al otro villanos.

### ¿Cómo tener un embarazo tranqui?
Aquí no hay respuesta mágica. Como en todo, el chiste es no irte a los extremos. Ni te hagas la indiferente ni te pongas paranoica. Tú, que estás leyendo esto, seguro sabes que no se trata de tragarte todo lo que te dicen sin pensar. Analiza, compara y decide qué onda.

Si quieres un embarazo sin broncas y un bebé sano, hazle caso a los doctores y dile adiós al alcohol en el primer trimestre. Después, tú decides. Si tomas poquito, tu cuerpo puede procesarlo antes de que llegue a la placenta. Pero, ¿vale la pena el riesgo?

### ¡Infórmate y decide con cabeza!
Esperamos que este rollo te sirva, ya sea que estés embarazada o pensando en estarlo. ¿Quieres más tips para mamás? Pásate por nuestro

Alivio del Dolor Durante la Menstruación: ¿Qué Realmente Ayuda?

26.03.2025

Alivio del Dolor Durante la Menstruación: ¿Qué Realmente Ayuda?

El alivio del dolor durante la menstruación es lo primero en lo que piensan las chicas cuando se menciona el periodo. Los cólicos menstruales son algo que casi todas las mujeres conocen. Para algunas, es solo una molestia leve que se puede sobrellevar con una taza de té, mientras que para otras es un verdadero calvario: cólicos en la parte baja del abdomen, debilidad, dolores de cabeza y, a veces, incluso náuseas o escalofríos. Los síntomas desagradables pueden convertir un día normal en un desafío, obligándote a cancelar planes o simplemente acostarte, deseando que todo termine pronto. Muchas de nosotras nos hemos acostumbrado a soportar el dolor, considerándolo una parte inevitable de ser mujer, ¿pero es realmente así? Hay varias formas de aliviar el dolor menstrual: algunas recurren de inmediato al botiquín, otras preparan bebidas calientes o colocan una bolsa de agua caliente en el estómago. Pero, ¿qué funciona de verdad? Queremos descubrir por qué duele en primer lugar, qué métodos son realmente efectivos y cuándo es hora de dejar de jugar a ser soldado y visitar al médico. Averigüemos juntas cómo hacer que “esos días” sean menos pesados y recuperar una sensación de normalidad.

Antes de Buscar Alivio del Dolor Durante la Menstruación, Exploremos las Causas del Dolor

Para entender cómo lidiar con el dolor menstrual, primero necesitamos saber qué lo causa. Los médicos lo llaman dismenorrea, y viene en dos tipos: primaria y secundaria. La dismenorrea primaria ocurre cuando todo en el cuerpo está bien, pero el dolor aparece de todos modos, como un invitado no deseado. Esto pasa porque el útero se contrae para expulsar el endometrio, la capa interna que se desprende cada mes. Estas contracciones desencadenan prostaglandinas, sustancias similares a hormonas que el cuerpo produce durante el periodo. Cuantas más prostaglandinas haya, más fuertes son los cólicos y más notable es el dolor durante la menstruación. Por lo general, comienza un día antes del sangrado o el primer día y se alivia después de 2-3 días. Este es el caso más común en chicas jóvenes cuyos ciclos aún se están estabilizando o en mujeres sin problemas graves de salud. Normalmente, los primeros periodos comienzan en la escuela: el estómago tira tanto que solo quieres quedarte quieta y no moverte.

La dismenorrea secundaria, por otro lado, tiene que ver con la salud. Aquí, el dolor no es solo un capricho de la naturaleza, es una señal de que algo anda mal. Por ejemplo, la endometriosis—cuando las células endometriales crecen donde no deberían, como en los ovarios, las trompas de Falopio o incluso en la cavidad abdominal—puede hacer que los periodos sean insoportables. O un fibroma uterino, un tumor benigno que presiona e irrita todo a su alrededor. La inflamación pélvica, los quistes ováricos, las adherencias postquirúrgicas, los desequilibrios hormonales o incluso un DIU mal colocado también pueden ser culpables. Las hormonas adoran entrometerse: demasiado estrógeno y poca progesterona pueden hacer que el útero se contraiga más de lo necesario. Luego está el estrés, la falta de sueño, una mala dieta o la genética: las madres o abuelas de algunas mujeres también sufrían cada mes. Saber qué hay detrás del dolor ayuda a decidir si los remedios caseros son suficientes o si es momento de revisarse. Podría valer la pena visitar a un ginecólogo para descubrir si es más complicado de lo que parece.

¿Es el Alivio del Dolor lo Primero a lo que Debes Recurrir para el Dolor?

Cuando el dolor se vuelve insoportable, la mayoría de nosotras busca en el botiquín. El alivio del dolor durante la menstruación es como una ayuda de emergencia: alivia rápidamente los cólicos y te permite volver a la vida normal. Las opciones más populares son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE): ibuprofeno, naproxeno, ketoprofeno. Funcionan de manera simple: bloquean las prostaglandinas, que hacen que el útero se contraiga tan intensamente. Por ejemplo, el ibuprofeno se toma en dosis de 200-400 mg cada 6-8 horas, pero no más de 1200 mg al día. El alivio llega en media hora, y durante 4-6 horas puedes olvidarte del dolor. El naproxeno dura más, hasta 12 horas, y se toma en dosis de 250-500 mg dos veces al día, lo cual es práctico para días largos y ajetreados.

Si los cólicos no son tan fuertes, el paracetamol puede funcionar. No combate la inflamación, pero atenúa el dolor: 500-1000 mg cada 6 horas, con un máximo diario de 4000 mg. También hay analgésicos antiespasmódicos como No-Spa (drotaverina). Relajan los músculos del útero y alivian la tensión: 40-80 mg hasta tres veces al día. Algunas chicas prefieren pastillas combinadas que incluyen tanto un analgésico como un antiespasmódico, como Spazmalgon o Baralgetas. A veces, No-Spa funciona si el estómago se siente “apretado”, mientras que el ibuprofeno es mejor para un dolor agudo y persistente. Pero todos los analgésicos tienen un inconveniente: efectos secundarios. Los AINE pueden irritar el estómago—acidez, pesadez, o algo peor si se toman con el estómago vacío. Los antiespasmódicos podrían hacerte sentir somnolienta o mareada. Si tienes úlceras, asma o problemas hepáticos, es mejor preguntar al médico qué pastillas tomar.

Elegir el alivio del dolor durante la menstruación depende de qué tan intenso sea el dolor. ¿Molestia leve? El paracetamol lo manejará. ¿Cólicos fuertes? Ibuprofeno o No-Spa. Lo importante es no enmascarar el dolor indefinidamente: si no desaparece, es mejor revisar si todo está bien.

Cambios en el Estilo de Vida para Reducir el Dolor

El alivio del dolor durante la menstruación con pastillas es genial, pero no todas quieren depender de ellas cada mes, y no siempre son necesarias. A veces, cambios simples en el estilo de vida ayudan tanto o más. Empieza con la comida. Elimina la sal, el azúcar y el café: menos hinchazón, menos inflamación, y la incomodidad no es tan intensa (esto funciona especialmente bien para el síndrome premenstrual). En cambio, agrega alimentos ricos en magnesio—nueces, verduras de hoja verde, chocolate oscuro (con moderación, claro). Los Omega-3 de pescado o aceite de linaza también reducen la inflamación. ¿Y las bebidas calientes? El té de manzanilla, menta o jengibre con miel actúa como un pequeño calentador para tu estómago, calmándolo y relajándolo. Toma manzanilla por la noche y dormirás mucho mejor.

El movimiento es otro aliado. No necesitas inscribirte en un maratón: yoga ligero, estiramientos o una caminata pueden ayudar mucho. Cuando te mueves, la sangre fluye mejor y las endorfinas—nuestros analgésicos naturales—entran en acción. La postura del “niño” o estirarte hacia el suelo puede aliviar la sensación de tirón. Pero exagerar con correr o ejercicios pesados podría empeorar las cosas, así que mantenlo moderado. El estrés también lo arruina todo. Cuando tus nervios están al límite, el dolor se siente peor—culpa al cortisol. Intenta respirar despacio, sentarte en silencio por 10 minutos o poner una canción favorita: siempre me levanta el ánimo.

Dormir bien es una regla. Con 7-8 horas, tu cuerpo se queja menos. Reduce el tabaco y el alcohol: contraen los vasos sanguíneos y aumentan los espasmos. Y no olvides el calor: una bolsa de agua caliente en el estómago o un baño tibio con lavanda es como un abrazo interno. Estas pequeñas cosas pueden parecer insignificantes, pero con el tiempo hacen la diferencia. Cuando empiezas a tomar menos café, caminas más y usas una bolsa caliente, realmente se vuelve más fácil—a veces incluso sin pastillas.

¿Cuándo Deberías Ver a un Médico?

El dolor es normal hasta cierto punto. Pero si es tan fuerte que no puedes levantarte, dura más de tres días o viene con extras como vómito o mareos, es hora de ver a un médico. Podría no ser solo “periodos fuertes”—podría ser algo más serio. La endometriosis, los quistes o los pólipos quieren esconderse detrás de un dolor intenso. Si tus periodos se retrasan, vienen con coágulos o están fuera de horario, no esperes. Así es como la gente descubre un quiste con un ultrasonido a tiempo.

Si los analgésicos dejan de funcionar o tienes que tomarlos a puñados, es otra señal de alerta. Un médico podría ordenar un ultrasonido, pruebas o solo sugerir mejores formas de lidiar con ello. Muchas retrasan demasiado y luego se arrepienten. No tengas miedo de revisarte: se trata de cuidarte.

Entonces, ¿Alivio del Dolor Durante la Menstruación o No?

El dolor menstrual no es algo que tengas que aceptar sin más. Sí, casi todas lo experimentan, pero sufrir hasta las lágrimas no es la única opción. El alivio del dolor durante la menstruación se trata de encontrar lo que funciona para ti: pastillas, calor, caminatas o una mezcla de ellos. Cada cuerpo es único, y no hay una solución universal, así que es importante escucharte y descubrir qué ayuda de verdad. Por ejemplo, intenta registrar tu ciclo y síntomas: te ayuda a entender mejor qué pasa y detectar si algo anda mal; una app como Selin App puede ser útil, analizando datos y señalando posibles problemas. Experimentar y ajustar los métodos de alivio a ti misma convierte esos días de una prueba en una parte manejable de la vida. La clave es no ignorar cómo te sientes, sino buscar soluciones cómodas que hagan tu periodo más fácil y tranquilo.

¿Qué es la ventana de fertilidad? Determinamos cuándo quedar embarazada

20.03.2025

¿Qué es la ventana de fertilidad? Determinamos cuándo quedar embarazada

¿Sueñas con un bebé? Un viaje humano hacia la ventana de fertilidad

Si alguna vez has soñado con tener a un pequeño en tus brazos, seguro ya conoces ese torbellino de emociones que viene con querer embarazarte. Yo pasé por eso. Durante seis meses, mi vida fue un vaivén de ilusiones y desilusiones—calendarios garabateados, almohadas mojadas de lágrimas y rezos en voz baja—hasta que una mañana, dos rayitas rosas me hicieron doblarme de pura alegría. Pero, ¿por qué fue tan difícil? Nadie me había sentado a explicarme con calma qué es eso de la ventana de fertilidad ni cómo hacerle para no dejarla pasar. Y vámonos entendiendo: nuestros cuerpos no son relojes suizos que nunca fallan. Son un desorden hermoso, impredecible, lleno de vida. Aun así, si aprendes a escuchar su ritmo, ese canto suavecito que lleva dentro, puedes acercarte un poquito más a ese momento que tanto anhelas.

Esto no es solo cosa de ciencia o fechas. Es sobre ti—tus sueños, tus miedos, el amor que te empuja a seguir. Vamos a caminar juntas este camino, con el corazón abierto y un toque de asombro, para descubrir qué significa realmente la ventana de fertilidad para nosotras, las que sentimos y esperamos.


Ventana de fertilidad: Una chispita de esperanza

Pongámoslo fácil. La ventana de fertilidad son esos pocos días al mes en los que tu cuerpo te dice bajito: “Aquí es cuando puede pasar”. Es tu oportunidad de crear algo increíble—una vida nueva que nace del cariño. Normalmente, son de 3 a 6 días que giran alrededor de la ovulación, ese instante fugaz en que un ovario suelta un óvulo listo para encontrarse con su destino. Pero no es solo ese día. Los días antes también cuentan, porque los espermatozoides son como viajeros pacientes. Pueden quedarse dentro de ti hasta cinco días, esperando con calma a que el óvulo llegue al escenario.

El óvulo, en cambio, es más como una estrella fugaz—brilla solo 24 horas después de la ovulación y luego se apaga. Si no lo alcanzas, toca esperar al próximo mes. Qué cosa tan sencilla y tan grande, ¿no? Esta ventanita chiquita tiene el poder de cargar todas nuestras esperanzas. Por eso el tiempo se siente como todo. Si logras estar con tu pareja un día o dos antes de que ovules, esos espermatozoides valientes ya estarán listos, esperando para darle la bienvenida al óvulo cuando aparezca. No es tanto un experimento de laboratorio, sino un acto de fe chiquito—confiar en el momento y en la magia de estar juntos.


El ciclo menstrual: La historia que cuenta tu cuerpo

¿Te acuerdas de esas clases de biología en la escuela, cuando la maestra hablaba del periodo como si nada y luego cambiaba de tema? Ojalá nos hubieran contado la historia completa—no nomás los datos fríos, sino lo bonito que hay en ello. Tu ciclo menstrual no es solo una semana de sangrado o una molestia que pasa y ya. Es un viaje vivo, algo que tu cuerpo hace cada mes con una mezcla de fuerza y ternura que a veces ni nos damos cuenta.

Imagínatelo así: mientras tú sigues con tu día—trabajando, queriendo, soñando—tu cuerpo está escribiendo su propia novela. Las hormonas suben y bajan como olas del mar, tus ovarios cuidan un óvulo como si fuera un tesoro, y tu útero teje una camita suave por si llega un embarazo. Y cuando no pasa, tu cuerpo suelta todo eso con una elegancia callada, listo para volver a empezar. No son solo “esos días” al mes—es un murmullo constante bajo tu piel, que te mueve el ánimo y el cuerpo de maneras que a veces ni notas.

Así se va tejiendo, pasito a pasito:

  1. Menstruación (días 1-7): Todo arranca con tu regla—un desprendimiento, un nuevo comienzo. Tu útero deja ir lo que ya no necesita, abriendo espacio para lo que venga.
  2. Fase folicular (días 1-13): Aunque estés sangrando, tus ovarios ya están soñando. Un óvulo se va preparando, con hormonas que lo empujan poquito a poco.
  3. Ovulación (más o menos el día 14 en un ciclo de 28 días): El momento cumbre. El óvulo se suelta, como un viajero valiente rumbo a lo desconocido. Aquí brilla la ventana de fertilidad.
  4. Fase lútea (días 15-28): Lo que sigue. Tu cuerpo se queda esperando, conteniendo el aliento por un embarazo. Si no pasa, respira hondo y se alista para otro ciclo.

En medio de este vaivén, entre los días 10 y 15 más o menos, está tu ventana de fertilidad. Pero aquí viene lo humano: no todas seguimos el guion perfecto. Hay quienes tienen ciclos cortitos de 21 días, otras se van a 35, y muchas—como yo—tenemos ciclos que bailan al son que quieren. Un mes 29 días, otro 31, luego 27. No es un error; es la vida misma. Por eso encontrar tu ventana puede sentirse como buscar una estrellita en el cielo—difícil, pero no imposible.


¿Cómo encontrar tu ventana de fertilidad? Escuchando con cariño

Yo pensé que sería fácil—like abrir un libro y marcar un día con plumón. Pero los cuerpos humanos no son tan cuadrados, ¿verdad? Darle en el clavo a tus días fértiles pide paciencia, un poquito de curiosidad y ganas de conocerte más a fondo. Aquí te dejo cinco formas de acercarte, cada una como un gesto de cariño para ti y tus sueños:

1. El método del calendario: Un cálculo suavecito

Es lo más sencillo para empezar. Cuenta los días de tu ciclo—desde el primer día que te baja hasta el día antes de la siguiente regla—y réstale 14 para adivinar cuándo ovulas. Si tu ciclo es de 28 días, la ovulación cae por el día 14. Si son 32, tal vez el 18. Si es de 24, más cerca del 10. Tu ventana fértil abarca los cinco días antes y el día después. Es como trazar un mapa sencillo de cómo late tu cuerpo. Pero ojo: funciona mejor si tus ciclos son parejitos, y para muchas de nosotras, se tambalean como pasitos de bebé.

2. Temperatura basal: Un ritual mañanero

Este método pide constancia y un ratito de calma. Todas las mañanas, antes de que abras bien los ojos, agarra un termómetro y che—“a tu temperatura. Antes de ovular, anda bajita—digamos 36.4°C. Después, sube un cachito—quizá a 36.7°C—y se queda así hasta tu próxima regla. Yo me acuerdo de esas mañanas, medio dormida, apuntando numeritos en una libretita, como si estuviera descifrando un mensaje secreto de mi cuerpo. No es perfecto—el estrés o una mala noche pueden moverle—but es una forma bonita de estar cerca de ti misma.

3. Pruebas de ovulación: Una manita de la ciencia

Son como las pruebas de embarazo, pero buscan una hormona (la LH) que se dispara 24-36 horas antes de ovular. Compra unas y empieza a usarlas unos días antes de cuando crees que va a pasar. Cuando la rayita se pone fuerte o te dice “sí”, es tu señal. Nunca voy a olvidar la primera vez que vi ese positivo—una chispita de ilusión en mis manos. Es como un empujoncito para decirle a tu pareja, con una sonrisa, “Vamos a hacer algo bonito”.

4. Moco cervical: La pista callada de la naturaleza

Suena raro al principio, pero es una de las señales más sinceras que te da tu cuerpo. Cuando se acerca la ovulación, el moco se pone claro, elástico y resbaloso—como clara de huevo cruda—listo para ayudar a los espermatozoides. Después, se espesa o se va. Checarlo todos los días se volvió mi ritual chiquito, un recordatorio de lo viva que estoy. Es natural, real y bien humano.

5. Apps y gadgets: Compañeros modernos

Qué bueno que vivimos en estos tiempos, ¿no? Hay apps como Flo o Selin donde apuntas tu ciclo, cómo te sientes, y te dicen cuándo podrías ovular. También hay termómetros inteligentes o pulseritas que miden tu temperatura o pulso mientras duermes. Son como amiguitos que te echan la mano para ver el panorama sin perder lo especial del camino.


Verdades para guardar: Lo humano de la fertilidad

Mientras te avientas a esto, ten cerca estas cositas que valen oro:

  • Cada ciclo es su propio cuento: Hasta el tuyo puede cambiar mes con mes. Una desvelada, un susto o un catarro pueden mover la ovulación. No es falla—es vida.
  • La ventana es más grande de lo que parece: El óvulo dura poquito, pero los espermatozoides la estiran, dándote días de chance.
  • El tiempo cuenta: A los 20, cada ciclo te da un 25% de probabilidad; a los 30, 20%; a los 40, menos del 5%. No es regaño—es un susurro para escuchar tu corazón.
  • El día 14 no es ley: La ovulación baila al ritmo de tu ciclo, no a una regla fija.
  • Tu cuerpo habla bajito: Algunas sentimos un piquetito, los pechos sensibles o el ánimo revuelto. Otras no oímos nada. Las dos están bien.

Cómo subir tus chances: Amor en movimiento

Saber cuándo ovulas es el comienzo, pero hay más que puedes hacer—cositas humanas para ayudarle al destino:

  1. Cuídate bonito: Comer bien, caminar bajo el sol, dejar el cigarrito o las copas de más—no es solo consejo, es quererte hasta el fondo.
  2. Mantente cerca: Los doctores dicen que cada 2-3 días está perfecto—sin agobios, nomás estar juntos.
  3. Quédate un ratito: Acostarte después, con las piernas arriba o no, se siente como un regalito al universo. La ciencia no dice mucho, pero la esperanza sí.
  4. Elige con tino: Olvídate de lubricantes fuertes—busca los que cuidan la vida.
  5. Pide ayuda: Si pasa un año (o seis meses si tienes más de 35), deja que un doctor te agarre de la mano para lo que sigue.

Cuando no sale: Un abrazo al alma

Si este mes no se dio, no te dejes caer. Hasta en parejas sanas y jóvenes, las probabilidades por ciclo son solo del 20-25%. La fertilidad es un juego de paciencia, y que no pase ahorita no quiere decir que algo esté mal contigo. A veces, el estrés de contar días, medir temperaturas y analizar cada señal se nos regresa, porque—qué cosa—el estrés también le mueve al cuerpo.

Te cuento lo que a mí me sirvió: relájate un poco. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo. Pero cuando mi esposo y yo dejamos de “intentar” con tanta presión y nomás disfrutamos estar juntos, el embarazo llegó como de sorpresa. No digo que sea magia, pero a veces soltarte abre la puerta. Vive el momento con tu pareja, sin hacer de esto una tarea más.


A modo de cerrar: Tu cuerpo, tu camino

La ventana de fertilidad no es un enigma imposible; es ese pedacito de tu ciclo donde la vida te guiña el ojo y dice “puede ser”. El óvulo tiene su ratito de 24 horas, pero los espermatozoides lo alargan con su aguante de hasta cinco días. Con el calendario, la temperatura, las pruebas, el moco cervical o una app, puedes encontrar tus días fértiles y tomar las riendas.

Pero más allá de los números, acuérdate que esto es algo tuyo. Escucha a tu cuerpo, confía en lo que sientes y no te rindas si tarda. Mantén la calma, disfruta a tu pareja y cree que, con tiempo, vas a llegar. Millones de mujeres hemos pasado por esto, con sus subidas y bajadas, y la mayoría lo hemos logrado. Tú también, ¿eh? ¡Échale ganas y que venga esa bendición!

Los mejores métodos anticonceptivos: Tu guía para elegir con confianza

17.03.2025

Los mejores métodos anticonceptivos: Tu guía para elegir con confianza

Los métodos anticonceptivos más chidos: Conócelos como amigos

Pastillas anticonceptivas: La clásica que nunca pasa de moda

Las pastillas son como esa amiga confiable que siempre está ahí, la reina del control natal desde hace décadas. ¿Cómo le hacen? Engañan a tu cuerpo para que no ovule—nada de óvulos sueltos por ahí—y de paso hacen que tu regla llegue puntualita, como si tuviera cita con reloj en mano. Hay dos sabores:

  • Combinadas: Traen estrógeno y progestina, un dueto dinámico que mantiene todo bajo control. Son las más comunes y muchas las aman porque hasta te ayudan con el acné o esos cólicos que te doblan.
  • Solo progestina: Si el estrógeno te cae pesado o tienes algún rollo con él, estas son tu salvación. Más suaves, pero igual de efectivas.

Pero, ojo, aquí viene el pero: tienes que tomarlas todos los días, a la misma hora, sin fallar. Si eres de las que a veces no sabe ni dónde dejó las llaves, no te preocupes—hay una app que se llama Selin (para iPhone o Android) que te manda un mensajito diario tipo “¡Oye, tu pastilla!”. Yo confieso que una vez se me olvidó por andar corriendo al trabajo, y pasé el día con el corazón en la garganta. Con un recordatorio, te quitas ese estrés de encima.

Imagínate: es como cuidar una plantita. Le das su agua todos los días, y ella te recompensa con tranquilidad. Si te late la idea de algo que te dé control pero no te asuste con compromisos eternos, las pastillas podrían ser tu match.

El parche: Pégalo y déjalo ser

Este es como un sticker chiquito que te pones en la piel—en la panza, el brazo, donde quieras que no se vea mucho—y suelta hormonas poquito a poco para que el embarazo no se asome ni de broma. Lo padre es que no tienes que estar pensando en él todos los días. Solo lo cambias una vez a la semana, y listo.

  • ¿Cómo va? Te lo pones, lo dejas siete días, y así por tres semanas. La cuarta semana te lo quitas para que llegue tu regla, como un descanso merecido.
  • Tip: En Selin puedes poner una alerta semanal que te diga “¡Cambio de parche hoy!” y no se te pasa ni por accidente.

A mí me encanta porque es como un “set it and forget it”. Una vez me lo puse antes de un viaje largo, y mientras andaba en la playa, ni me acordé de él. Es para las que queremos algo práctico pero no nos late andar con pastillas en la bolsa todo el tiempo. ¿Te imaginas esa libertad de no estar checando el reloj?

Implantes: Tu compa de largo plazo

Este es un tubito chiquito—más pequeño que un cerillo—que te ponen bajo la piel del brazo con un piquetito rápido. Una vez ahí, ¡pum!, te cuida hasta por tres años sin que tengas que hacer nada más. Es como un guardián silencioso que trabaja por ti.

  • Dura: Tres años de paz mental, sin broncas.
  • Mantenimiento: Cero. Lo pone el doctor, te despides de él por un rato y ya.

Yo conocí a una amiga que lo tiene y dice que es como magia: “Lo puse y se me olvidó que existía”. Es perfecto si eres de las que prefiere no andar pensando en anticonceptivos cada rato, o si tu vida es un corre-corre y necesitas algo que no te pida atención. Imagínate tres años sin preocuparte por un “¿y si se me olvidó?”—es como un abrazo largo y tranquilo.

Anillo vaginal: El secreto bien guardado

Este es un anillito flexible que tú misma te pones en la vagina—súper discreto, ni lo sientes—y se queda ahí tres semanas soltando hormonas para mantener todo en orden. Luego lo sacas una semana para tu periodo, y después pones uno nuevo.

  • Tiempo: Tres semanas adentro, una afuera para que tu cuerpo respire.
  • Cambio: Nuevo anillo después de la regla, y listo.

Con Selin, pones un recordatorio para sacarlo o meterlo, y vives sin pendientes. Una vez platiqué con una amiga que lo usa, y me dijo: “Es como tener un superpoder secreto—nadie sabe, pero yo me siento en control”. Es para las que quieren algo sencillo, privado y que no se note ni en el espejo.

Inyección anticonceptiva: Un piquete y a volar

Aquí la cosa es más fácil todavía: vas con el doctor, te dan un piquetito cada tres meses, y la progestina se encarga de todo. Es como una dosis de tranquilidad que dura 12 semanas.

  • Dura: 12 semanas sin preocupaciones.
  • Siguiente: Agenda otra cita cada tres meses, y no hay falla.

Selin te puede avisar cuándo toca tu próxima inyección, porque—te lo digo por experiencia—tres meses pasan volando y a veces se te va el santo al cielo. Esto es ideal si no quieres algo diario ni permanente, pero sí un respiro largo entre cada decisión. Es como decirle al embarazo: “Tú espera ahí, ahorita no”.

DIU: El rey que se queda años

Este aparatito en forma de T se pone dentro del útero y es el campeón de la duración. Hay dos tipos, y los dos son como un escudo que no te deja sola:

  • Hormonal: Suelta progestina y te cuida de 3 a 5 años. A veces hasta hace que tu regla sea más leve o se despida por un rato.
  • De cobre: Sin hormonas, puro metal que dura hasta 10 años. Es el favorito de las que no quieren meterle químicos al cuerpo.

No pide que le des mantenimiento diario—solo una visita al doctor de vez en cuando para checar que todo esté en su lugar. Conocí a una prima que lleva uno de cobre desde hace siete años, y dice que es como un roommate perfecto: está ahí, pero no molesta. Si te late algo que dure tanto como una buena amistad, el DIU podría ser tu compa ideal.


¿Cómo elegir el mejor anticonceptivo para ti? Escucha tu corazón y tu cuerpo

Aquí no hay una receta mágica que le quede a todas, amiga. Esto es tan personal como elegir tu helado favorito—lo que a una le encanta, a otra le empalaga. Entonces, ¿cómo le haces? Piensa en ti, en cómo eres, en lo que te hace sentir cómoda:

  • Si las rutinas te dan flojera: Si eres de las que dice “ay, no, otra vez no”, los implantes o el DIU son como un abrazo que no pide nada a cambio. Te los pones y te olvidas del tema por años.
  • Si quieres tener tu regla en orden: Las pastillas, el parche o el anillo son como un relojito que te da control. Hasta puedes planear tus días sin que te agarren desprevenida esos cólicos traicioneros.
  • Si te da cosa meterle hormonas: El DIU de cobre te cuida sin cambiarle el ritmo natural a tu cuerpo.
  • Si te gusta decidir mes con mes: La inyección te da esa libertad de decir “sigo o paro” cada tres meses.

Y no lo hagas sola—platica con tu doctor. Él te conoce desde adentro y puede decirte qué va con tu salud, tus planes, tus sueños. Yo me acuerdo cuando fui a mi primera cita para esto: estaba nerviosa, como si fuera a pedirle permiso a alguien, pero mi doctora me dijo: “Esto es tuyo, tú decides”. Y tenía razón. Usa Selin para poner alertas y no fallar nunca—es como tener una amiga que te echa porras desde tu cel.

Pero más allá de las reglas y los “cómo”, esto es sobre cómo te sientes. ¿Te da paz saber que estás protegida por años? ¿O prefieres algo que puedas cambiar si la vida te da un giro? Escucha esa vocecita dentro de ti—ella sabe más de lo que crees.


Toma las riendas de tu cuerpo: Un acto de amor propio

Elegir tu método anticonceptivo no esમ

es un paso enorme hacia la libertad de vivir como tú quieres. No es solo prevenir un embarazo—es decirte a ti misma: “Yo estoy a cargo de mi vida”. Es un acto de amor, de respeto por tus planes, tus tiempos, tu cuerpo. Y no estás sola en esto. Explora tus opciones, haz preguntas, prueba lo que sientas que te va. Si te da curiosidad, la app Selin es como tu guía personal—te ayuda a llevar el control de lo que elijas, con recordatorios que te quitan el estrés de encima. ¿Quieres saber más? Checa nuestro artículo completo sobre cómo elegir anticonceptivos—está lleno de tips para que des el primer paso con confianza.

Piénsalo: cada vez que usas tu método, estás diciendo “sí” a tus sueños—ya sea viajar, estudiar, trabajar, o simplemente esperar el momento perfecto para ser mamá. Es como ponerle pausa al reloj de la vida y decir: “Voy a mi ritmo”. Y eso, amiga, es poderoso.


Un viaje humano: Más allá de los métodos

Escoger un anticonceptivo no es solo un check en una lista. Es una historia humana, llena de dudas, risas y momentos de “ay, Dios, ¿y ahora qué?”. Recuerdo la primera vez que fui a comprar pastillas—me sentía como si estuviera haciendo algo clandestino, mirando por encima del hombro en la farmacia. Pero luego me di cuenta: no hay nada de qué avergonzarse. Esto es normal, es real, es parte de ser mujer.

Y no estás sola en este camino. Habla con tus amigas—te sorprendería cuántas han pasado por lo mismo. Mi comadre me contó cómo el DIU le cambió la vida, y mi vecina jura que el parche es su salvación. Cada una tiene su cuento, y el tuyo está esperando a que lo escribas. A veces, hasta reímos juntas de esos días en que se nos olvidó la pastilla y corrimos como locas a la farmacia por una de emergencia—porque así somos, humanas, imperfectas, y está bien.

También está el lado bonito: la tranquilidad. Cuando encuentras tu método, es como quitarte un peso del pecho. Te da espacio para respirar, para ser tú sin miedo. Yo sentí eso cuando por fin me decidí por el anillo—de repente, mis días eran míos otra vez, sin ese “¿y si?” rondándome la cabeza.


Un abrazo final: Tú decides tu historia

Elegir un anticonceptivo es más que un método—es un pedacito de tu libertad, un “yo puedo” que te das a ti misma. No importa si te vas por las pastillas de siempre, el parche práctico, el implante que no pide nada, o el DIU que se queda contigo años. Lo que importa es que sea tuyo, que te haga sentir segura, que te deje soñar sin freno.

Descarga Selin si quieres una mano amiga—es gratis, fácil, y te ayuda a no perder el hilo. Pregunta, prueba, equivócate si hace falta—todo eso es parte de encontrarte. Porque al final, esto no es solo sobre no embarazarte. Es sobre vivir a tu manera, con el corazón ligero y la cabeza en alto. Así que, ¿qué dices? ¿Lista para escribir tu propio camino? Yo sé que sí, y aquí estoy, echándote porras desde estas letras.

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